La recta final de la enfermedad de Hugo Chávez fue una historia jalonada de mentiras oficiales. La más descarada fue la distribución defotos en las que el presidente venezolano y sus hijas supuestamente aparecían leyendo la edición del diario cubano Granma del día 14 de febrero. Pero no fue la única manera de intentar engañar a Venezuela y al mundo.
La necesidad de simular que Chávez estaba capacitado para actuar de presidente desde el lecho de la enfermedad -completamente contradictorio con su incapacidad para juramentar el cargo- generó situaciones esperpénticas. Como la producción de firmas que médicos y grafólogos acogieron en general con escepticismo. Algunas de ellas eran completamente calcadas, como repetidas digitalmente, cuando dos rúbricas de la misma persona nunca tienen los trazos idénticos.
Todo indica que las fotografías de Chávez con sus hijas correspondían al postoperatorio de una intervención previa. La principal prueba sería la nariz de María Gabriela, que en la imagen aparece sin la modificación de la cirugía estética que se hizo en noviembre de 2012. Las redes sociales, además, demostraron lo fácil que era colocar cualquier periódico en las manos de Chávez. Si el propósito era dar una fe de vida, el Gobierno debía haber facilitado un vídeo. Además, si su estado de salud era el que las fotos indicaban, nada impedía que cuando tres días después llegó a Venezuela hubiera aparecido unos instantes ante las cámaras.
Las fotos tenían probablemente como misión aparentar un estado de salud que convenciera a todos, si unos días después se anunciaba que Chávez había juramentado en el Hospital Militar de Caracas, de que efectivamente había sido así aunque no hubiera testimonio gráfico. La posibilidad de una juramentación ficticia, con connivencia de los miembros del Tribunal Supremo, estaba en marcha como opción alternativa. Los dos planes se vieron finalmente desbaratados.
Diálogos de sordos
El día de esa llegada a Caracas, la cuenta de twitter de Chávez, tras semanas en silencio, lanzó tres trinos. «Hemos llegado de nuevo a la Patria venezolana. Gracias Dios mío!! Gracias Pueblo amado!! Aquí continuaremos el tratamiento», decía uno de ellos. La sospecha de su falsedad se basa en que algunos elementos de grafía son comunes a la manera de escribir del ministro Jorge Arreaza, casado con otra de las hijas de Chávez, Rosa Virginia. También que esos tuits del 18 de febrero fueron los últimos de la cuenta. Si Chávez estaba en condiciones físicas para escribir eso, indudablemente hubiera escrito más mensajes.
Otro engaño al pueblo fueron las aseveraciones del vicepresidente Maduro y otros ministros acerca de diálogos con el enfermo. Con ello querían superar ante los ciudadanos las dudas de legitimidad de su continuidad como Gobierno. Cuando ABC desveló que Chávez había perdido la voz, los ministros comenzaron a referirse a otras maneras de comunicación con el presidente.
Algunas situaciones fueron irrisorias, como las supuestas cinco horas de trabajo que tuvo con Maduro, según aseguró este, el 22 de febrero, el mismo día que unos análisis habían diagnosticado un claro avance de tumoración en el pulmón del paciente. Tras esa fecha, ningún ministro subió al piso del Hospital Militar donde supuestamente seguía Chávez, a pesar de que todos insistían que allí permanecía.
Durante más de siete horas, durante el largo cortejo fúnebre del miércoles, los venezolanos que llenaron las calles de Caracas lloraron ante un féretro en el que no iba el cuerpo de Hugo Chávez. Es la versión de varios militares conocedores del dispositivo de traslado, que aseguran que el cadáver del presidente venezolano fue transportado deCuba a Fuerte Tiuna, complejo de Defensa donde se encuentra la Academia Militar. El «cambiazo» se produjo en el sótano de esa institución, cuando llegó allí el falso féretro al término de la procesión. Fue el único momento en que las cámaras de televisión lo perdieron de vista.
La versión de esos militares, comunicada a ABC a petición de mantener su anonimato, confirma además la información ya avanzada por este diario de que Chávez murió en Cubay no en Caracas, como insiste el Gobierno venezolano. El engaño de la procesión supone un nuevo montaje del Gobierno, sumándose a la larga lista de mentiras con que el chavismo ha llenado los últimos meses de vida de su líder. En realidad, el objetivo no era tanto burlar al pueblo, como su utilización política.«Querían mostrar un baño de multitudes con un claro interés político, permitiendo que la gente pudiera hasta tocar el féretro, el falso, sin poner en riesgo la integridad física del verdadero; no iban permitir que este, por lo que fuera, se cayera, cuando además parte de su estructura interna es de vidrio», indica una de las personas al tanto de las circunstancias del traslado.
De hecho, según destacan esas fuentes, tras producirse el cambio en el sótano de la Academia Militar, la seguridad alrededor del ataúd pasó a ser estricta, sin que se permitiera acercarse a nadie de la manera en que había ocurrido durante la marcha. A partir de ahí todo pasó a ser solemne, sin el desorden populista visto en el recorrido por la ciudad.
Estaba también el criterio de la conservación del cadáver. Someterlo a siete horas al calor de Caracas, cuando tenía que ser expuesto al público durante varios días antes de su sepultura, no era lo más aconsejable.
Al Hospitalito
Después de que Chávez falleciera el martes hacia las 7 de la mañana, hora local de La Habana, como ya desveló ABC, el cadáver del presidente fue llevado por la noche al aeropuerto venezolano de La Carlota, la Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda, según aseguran los militares informantes. La Carlota está en el interior de Caracas, más cerca de Fuerte Tiuna que el aeropuerto internacional de Maiquetía. De allí fue conducido al Hospitalito, el centro médico de ese complejo castrense, en el que se encuentra el Ministerio de Defensa. Su nombre se debe al menor tamaño comparado con el Hospital Militar, situado a unos 7 kilómetros, en otro lado de la ciduad. A unos doscientos metros del Hospitalito está la Academia Militar.
En el Hospitalito, que posee una morgue, se abrió el féretro, se revisó el estado en que había llegado el cuerpo tras el vuelo y se concluyó la labor de vestirlo con el uniforme militar. En algún momento del miércoles el ataúd fue transportado al sótano de la Academia Militar.
Un féretro similar, vacío o con algún peso en su interior, fue llevado al Hospital Militar, de donde el miércoles por la mañana partió la procesión popular. Cuando esta llegó a la Academia, durante un rato la señal televisiva perdió de vista el ataúd. La excusa fue que había que adecentar el féretro, como quitarle las flores y otras cosas que el pueblo había arrojado o reposicionar la bandera que lo cubría. El que surgió de nuevo ante las cámaras, no ya sobre la plataforma de un coche fúnebre, sino a hombros de militares y otras autoridades, era el ataúd verdadero, que luego se abriría en la capilla ardiente.
Al parecer, en el ínterin, en privado, un reducido grupo de personas especialmente allegadas –la familia y probablemente los presidentes de Argentina, Bolivia y Uruguay, presentes también luego en la ceremonia pública celebrada en esa Academia Militar- tuvieron un acto íntimo.
Aunque la televisión venezolana no mostró ningún plano cercano del féretro cuando este fue abierto para el adiós público, diversas personas que acudieron a despedirse de los restos del presidente indicaron que lo habían visto ligeramente hinchado y sin pelo, nada que ver con las falsas fotografías difundidas por el Gobierno hace tres semanas.
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