
El proyecto, denominado The Last Pictures (Las Últimas Fotografías) supone algo así como enseñar nuestro álbum de fotos a un visitante que se nos acerca por primera vez. Esto es lo que somos, para bien y para mal. Durante cuatro años, un equipo formado por artistas, geólogos, matemáticos, filósofos, etc. seleccionó las fotografías que creían más representativas hasta quedarse con cien. En la colección se encuentranel retrato de las herramientas que se utilizaron para la construcción de la bomba atómica, una tormenta de arena, un tornado, el retroceso de los glaciares, las pinturas rupestres de Lascaux y el lanzamiento de una cápsula Soyuz. También puede contemplarse un barco encallado, el viento entre las ramas de los árboles o la famosa tormenta de polvo de azotó Texas en la década de 1930. Entre las imágenes que nos reflejan como un espejo, un grupo de huérfanos refugiados en su primera visita al mar o unos inmigrantes tratando de cruzar la frontera de México con EE.UU. Algunas escenas son grandiosas, otras cotidianas.
Desde los discos dorados dentro de las naves Voyager con el dibujo de un hombre y una mujer desnudos y nuestra «dirección» para encontrarnos en el espacio, parece que seguimos sintiendo la misma necesidad de lanzar al Universo un mensaje en una botella. Quizás, quien sabe, dure lo suficiente para que alguien, aún un desconocido, sepa quiénes somos o, si este encuentro ocurre dentro de mucho tiempo, quienes fuimos esos seres que, en otro tiempo, habitaron el planeta Tierra. El caso, de una u otra forma, es perdurar.
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